Resumen
El juego fue reconocido como una herramienta determinante en el desarrollo integral de los niños durante la etapa de educación inicial. El estudio estableció que el juego funcionó como ruta concreta de aprendizaje y vinculó de manera directa el desarrollo cultural con la acción pedagógica. Se sustentó en un enfoque cualitativo que recogió evidencia mediante observaciones continuas y evaluó críticamente investigaciones previas realizadas en entornos escolares variados, lo cual permitió comprender la función formativa del juego desde la experiencia tangible y el análisis reflexivo sin recurrir a mediciones puramente cuantitativas.
Los resultados evidenciaron que el juego promovió habilidades cognitivas, sociales, emocionales y motrices, al tiempo que transmitió valores, costumbres y expresiones culturales propias de cada entorno. Se identificó que el uso del juego en espacios educativos favoreció procesos participativos y dinámicos, enriqueciendo la identidad y el sentido de pertenencia infantil. Se destacó que su integración como recurso didáctico aportó al respeto por la diversidad y fortaleció el vínculo entre enseñanza y cultura.